En
los momentos difíciles, cuando nos acordamos de rogar a DIOS, pedirle socorro,
no siempre sabemos interpretar su
respuesta.
Sin embargo, la respuesta siempre llega de acuerdo a
nuestras necesidades y méritos…
Un
hombre que solía hacerle pedidos específicos a DIOS, un buen día logró
entender su respuesta y escribió lo
siguiente:
Le
pedí a DIOS que me quitara el dolor. DIOS dijo no. No cabe a mí quitártelo,
sino a ti renunciar a él.
(Imagen
dice): Le pedí a DIOS para hacer con que mi hijo deficiente físico fuese
perfecto. DIOS dijo no. Su espíritu es
perfecto y su cuerpo es apenas provisorio.
Le
pedí a Dios que me diera paciencia. DIOS dijo no. La paciencia nace en las aflicciones, no se recibe por donación, sino
se conquista.
Le
pedí a DIOS que me diera felicidad. DIOS dijo no. Yo te bendigo. La felicidad
depende de ti.
Le
pedí a DIOS que me protegiera del dolor. DIOS dijo no. El sufrimiento te separa
de los placeres del mundo y te acerca
mucho más a mí.
Le
pedí a DIOS que me hiciera crecer en espíritu. DIOS dijo no. Tú tienes que
crecer solo, pero yo te podaré para puedas dar frutos.
(Imagen
dice) Le pedí a DIOS todas las cosas para que me pudiera gustar la vida. DIOS
dijo no. Yo te doy la vida, para que a ti te puedan gustar todas las cosas.
Y,
al fin, cuando le pedí a Dios que me ayudara a amar a los demás, tanto como él
me ama. DIOS dijo:
¡Finalmente has
captado la idea!
Si,
por ventura, te estás sintiendo triste por no haber oído la respuesta que
deseabas recibir del PADRE CREADOR, vuelve a sonreír.
El
sol besa el botón de la flor y ella sonríe.
La
lluvia besa la tierra y ella, reverdecida, sonríe..
El
fuego funde los metales y éstos, depurándose, expresan formas para sonreír.
Se
va el dolor, vuelve la esperanza.
Huye
la tristeza, vuelve la alegría.
(dice la imagen) le pedí a DIOS esta en primera fila...
Él me colocó en el último lugar para que conociera la paciencia y la humildad.
Cierta vez un discípulo le rogó,
emocionado, a su maestro:
Señor, ¿cuándo identificaré la plenitud de
la paz y de la felicidad, si vivo en este mundo repleto de enfermedades y
violencia?
El
maestro, compasivo, le contestó:
Cuando puedas ver con la
suavidad de mi mirar los más graves acontecimientos, sin juzgarlos
precipitadamente. Cuando logres oír con la paciencia de mi comprensión
generosa. Cuando puedas hablar ayudando, sin acusaciones ni disculpas. Cuando
actúes con misericordia, incluso bajo las más arduas penas y continúes sin
cansancio en el camino del bien entre
espinas puntiagudas, confiando en los objetivos superiores, te identificarás
conmigo y gozarás de felicidad y paz.
El aprendiz escuchó, meditó, se levantó y partió por el sendero del servicio al
prójimo, dispuesto a conjugar el verbo amar, sin cansancio, sin ansiedad y sin
recelo.
Si, por ventura, te estás sintiendo triste por no haber oído la
respuesta que deseabas recibir del Padre Creador, vuelve, por lo tanto a amar y
a sonreír.
Sólo así se marcha el dolor y vuelve la esperanza.
Huye la tristeza y vuelve la alegría.
(Con base en texto
recibido por Internet, sin mención al autor y mensaje volante del Espíritu
Eros.)
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Cada conciencia es una creación de Dios, y cada existencia es un eslabón sagrado en la corriente de la vida en que Dios palpita y se manifiesta.
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